jueves, 1 de noviembre de 2007

LA NECESARIA INDUSTRIALIZACIÓN DE COLOMBIA

Héctor Gómez Paniagua

Colombia se enfrenta al gran reto de preparar su producción para aprovechar las ventajas de los Tratados de Libre Comercio que negocia con USA y con otros países de diferentes regiones y el de Asociación con la Unión Europea. La política comercial del gobierno se orienta ahora a la negociación de esos tratados, y como complemento promueve garantías jurídicas, régimen fiscal y doble tributación para estimular la gran inversión, y un programa de competitividad, productividad y de mejora de infraestructuras. Todo ello es fundamental para cumplir con su compromiso de llevar las exportaciones a los $40.000 millones de dólares, que es casi doblar la producción actual para atender a las exportaciones y la demanda interna adicional.

Las ventas al exterior han aumentado espectacularmente en los últimos años, pero dentro de la incertidumbre de que esos incrementos son derivados del aumento del precio internacional de los productos básicos, con solo un aumento vegetativo de los productos con valor agregado. La estructura de nuestra producción global exportada tiene un 62% de primarios, con la dificultad para doblarlos, de que productos como el café. el carbón, el petróleo y el ferroníquel son de comercialización compleja y un mercado global muy ordenado. Dentro de los primarios, los productos agrícolas en que podríamos ser líderes, no pueden expandirse en USA y UE porque sus subsidios nos impiden competir. Mientras se procura la eliminación de esos subsidios, necesitamos urgentemente una política agraria a largo plazo promoviendo cultivos para la producción de biocombustibles, ojalá con inversionistas extranjeros..

Queda por tanto el sector industrial como único campo cierto y seguro en el que si hacemos las cosas bien, podemos asegurar un aumento suficiente para cumplir las expectativas de los Tratados. En este sector no existe la incertidumbre de la variación coyuntural de precios y por tanto las políticas pueden ser calculadas mas realistamente. Pero si partimos de la cifra actual de exportaciones de cerca de US$ 28.000 millones para 2.007, nos encontramos con que el 62 % de las ventas de productos primarios es tan favorable debido a las exportaciones de productos acabados a los mercados del Grupo Andino y no a USA o la UE donde las ventas este año serán del 84% y el 85% de productos primarios respectivamente y solamente del 16% y 15% de productos industriales.

Otro aspecto a tener en cuenta es que las ventas a USA amparadas por el ATPDA han sido del 46.2% el último año, y que solamente el 14% son productos manufacturados, lo que demuestra falta de competitividad, deficiencia de oferta exportable o incapacidad para vender, al igual que en el caso de la Unión Europea donde la casi totalidad de nuestras exportaciones se benefician de su sistema de preferencias, y sin embargo solo un 15% son productos manufacturados. Ante este panorama, Colombia tiene que diseñar urgentemente una política orientada hacia la atracción de empresarios-inversionistas que desarrollen con los nacionales una transformación industrial capaz de atender a las necesidades adicionales de oferta generada por los TLCs. suscritos. La inversión nacional no es suficiente y un empresario extranjero puede facilitarle financiación, experiencia técnica y de gestión e inclusive llegar a ofrecer mercados para compartir.

Cuando USA o la Unión Europea suscriben tratados bilaterales lo hacen no solo para vender su producción aprovechando las ventajas arancelarias, sino para dar oportunidad a sus inversionistas de establecer allí servicios o plantas de producción en los sectores más rentables y que complementen sus planes económicos. En este aspecto hay dos escenarios similares en el caso de los Estados Unidos y la Unión Europea. Pero los inversionistas, aunque reciban garantías y prebendas fiscales, que en esta economía globalizada les ofrece cada vez un mayor número de países receptores, toman en cuenta otros factores políticos y de oportunidad que en el caso de Colombia son negativos. Los inversionistas en los sectores financieros, de extracción o de servicios públicos privatizados asumen riesgos como la inseguridad porque tienen medios para afrontarlos y necesidad de estar presentes en el mercado.

Para lograr la transformación productiva, hay que identificar países que tengan una estructura económica adecuada a un proceso de cooperación empresarial a gran escala. Ese país puede ser España, que tiene todas las condiciones para asumir ese papel y deseos de ayudar al desarrollo de Colombia. Para conquistar los inversionistas hay que competir con países más atractivos, con mercados más amplios que garantizan un mejor resultado de sus negocios. Conscientes de este hecho y ante la falta de información que existe sobre la producción colombiana, la única solución es mostrar a los empresarios españoles la producción, para que se encuentren las contrapartes y puedan ver juntos las posibilidades de una cooperación que permita mejorar y ampliar la producción, compartiendo nuestros mercados y los TLCs. Para tal efecto, desde hace nueve años el gobierno español sugirió financiar una EXPOCOLOMBIA para mostrar en Madrid todos sus bienes y servicios.

Nunca se aprovechó esa oportunidad y se ha preferido seguir participando en ferias internacionales, en las que competimos con potencias mundiales que acaparan la atención de los compradores sin que nadie nos determine, o se organizan grupos de empresarios que viajan a Colombia a ver posibilidades, pero en cantidad insuficiente y sin identificar ni comprometer las bases de la cooperación, o se comete el error de
gastar recursos y esfuerzos en preparar a pequeños productores para exportar individualmente. Este modelo de promoción está agotado y ahora el reto es hacer una industrialización masiva planificada, dirigida y financiada por el gobierno, pues al no poder doblar los primarios en pocos años, o si bajan sus precios, tendrá que dar trato preferencial a los manufacturados. Prueba irrefutable de esta afirmación es que en esos nueve años las exportaciones a Europa han mantenido un 14% de industriales y en USA han pasado del 18% a solo el 14%.

En definitiva, los TLCs. debieran entrar en vigor solo cuando hubiera producción para aprovecharlos, pues mientras tanto vamos a dejar de recibir impuestos arancelarios sobre las importaciones de USA y Europa, que suponiendo un mínimo del 5% en promedio, representarían la enorme suma de US$ 800 millones anuales, que sería mas inteligente invertirlos en financiar la nueva producción. Hay que pensar en ayudar a las Pymes que ahora exportan el 70% de las manufacturas, y que si reciben apoyo oficial y de empresarios foráneos pueden crecer lo que sea necesario en los sectores en que ya exportan; crear cooperativas de producción, crear comercializadoras internacionales mixtas, centros mixtos de distribución en mercados como España, y financiar la innovación y la modernización del equipamiento actual. De lo contrario estaremos perdidos con nuestros ambiciosos objetivos.
Madrid, octubre de 2,007

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