martes, 16 de octubre de 2007

EL SIGLO DE CHINA DE ODED SHENKAR


China es ya la segunda entre las mayores economías del mundo; y como crece más rápidamente que cualquier otro país, está en camino de superar a la vuelta de un par de décadas a los Estados Unidos como la economía más grande del mundo.

Algunos observadores, con base en distintos factores, como el consumo de energía, sostienen que la tasa de crecimiento de la China es en realidad más alta de lo que sugieren los datos oficiales.

En muchas industrias, sobre todo en aquellas que hacen un uso intensivo de mano de obra, la China es ya el país dominante. Sus fábricas producen el 70% de los juguetes del mundo, el 60% de las bicicletas, la mitad de los zapatos y una tercera parte de las valijas.

China no se conforma con seguir siendo una productora de baja tecnología y uso intensivo de mano de obra, y se muestra ya muy activa en áreas en las cuales la tecnología desempeña un papel importante. Hoy produce la mitad de los hornos microondas que se usan en el mundo, la tercera parte de sus televisores y sus acondicionadores de aire, la cuarta parte de sus lavadoras y la quinta de sus refrigeradores.

El atractivo de su mercado nacional le da a la China un enorme poder para negociar. Esto le permite exigir la transferencia de tecnología como condición para permitir la entrada del inversionista extranjero.

Firmas como General Motors convinieron en establecer centros de investigación y desarrollo en una escala nunca antes pensada. No solo accedieron a compartir tecnologías donde no hay virtualmente ninguna protección de los derechos de propiedad intelectual. El objetivo es crear empresas multinacionales chinas, capaces de colocarse en pie de igualdad en una economía global y repetir el éxito de Toyota, Sony y Samsung.

Por su tamaño, la China ofrece una vasta concentración de recursos humanos, no sólo en una oferta ilimitada de obreros sino también un gran número de ingenieros, científicos y trabajadores calificados.

Las instituciones chinas de educación superior muestran una actitud más abierta y también mayor entusiasmo por modernizar su plan de estudios. Los jóvenes chinos constituyen el mayor contingente de estudiantes extranjeros en los Estados Unidos.

A pesar de todo lo dicho, la China tiene todavía un largo trecho por andar como en la falta de un sector de servicios moderno. Estando además en su infancia, la red protectora de la seguridad social y la sólida red financiera y de seguros que son vitales para su futuro desarrollo.

Los Estados Unidos han venido mostrando un déficit en su comercio con el resto del mundo durante un cuarto de siglo, que se acerca a los 500.000 millones de dólares anuales, alrededor del 5% del PIB. Tienen un déficit considerable con la UE, el Canadá y el Japón, entre otros: pero su déficit con la China es el más grande y el que más aumenta. Una razón es el desplazamiento global de las operaciones fabriles a la China.

Siendo los Estados Unidos líderes mundiales en tecnología e innovación y exportadores netos de tecnología, sufren más por el descuidado régimen de protección a la propiedad intelectual en la China que cualquiera otro de los países que comercian con ella.

De la misma manera que los Estados Unidos perdieron empleos en la agricultura hace un siglo, hoy están abandonando oficios fabriles del extremo inferior, y los reemplazan con manufacturas del extremo superior de uso intensivo en conocimientos, y con empleos en servicios.

A diferencia del Japón y los “tigres”, la China se propone conservar la ventaja que le da al uso intensivo de mano de obra al pasar a líneas de producción más sofisticadas.

Más de la mitad de las exportaciones de la China se deben a multinacionales extranjeras que se han establecido allí, porque ellas son las que tienen los conocimientos, los niveles de calidad, la reputación y los canales de distribución. Muchas son compañías estadounidenses motivadas porque es más barato fabricar en la China.

En los Estados Unidos es relativamente fácil cerrar una fábrica y trasladar sus operaciones a la China, para después importar sus productos. En Europa, sobre todo en Alemania y Francia, las compañías encuentran obstáculos enormes para cerrar una planta.

La mayoría de los economistas de los países desarrollados están convencidos de que el yuan está subvalorizado, por ello se presiona la a la China para que revalorice su moneda. Se oponen a la revalorización del yuan los importadores de mercancías y los muchos manufactureros estadounidenses que importan de la China componentes.

El juego de los tipos de cambio ocurrió en el caso del Japón en la década de 1980, cuando el valor del dólar se derrumbó con relación al yen. Hoy el yen vale el doble de lo que valía en dólares en los años 80, pero el déficit comercial estadounidense con el Japón sigue siendo el mismo (en dólares de los años 80).

La presión de la China sobre los mercados de los Estados Unidos va a ser más fuerte. Compañías estadounidenses que hasta ahora habían vacilado en trasladar su producción a ese país comprenden ahora que tal vez no les queda otro remedio si quieren segur en los negocios. Incluso empresas abastecedoras de las fuerzas armadas de los Estados Unidos comprenden que no tienen otro camino.

La UE tiene un déficit de unos 45.000 millones de dólares en su comercio con la China. El Japón es especialmente vulnerable al auge de la China, porque su ventaja competitiva está en la manufactura. Al igual que ocurre en los Estados Unidos, las exportaciones japonesas a la China son como la mitad de su volumen de importaciones, y además muchos de los artículos que importa de la China son producidos por compañías japonesas.

Mientras que los países industrializados se tranquilizan pensando que la China sólo amenaza la parte de uso intensivo de mano de obra, los países en vías de desarrollo ven que van a la zaga en la competencia por los dólares de inversión de los países desarrollados; tiemblan al ver cómo los inversionistas extranjeros cierran operaciones en su mercados y se las llevan a la China. La ventaja china en cuanto a bajos costos de mano de obra, una infraestructura moderna y los beneficios de escala basta para anular la ventaja de proximidad, de la cual gozaban países como México. Además, hay mucha preocupación por la influencia de la elite china de los negocios, sobre todo en los países musulmanes como Indonesia y Malasia. A raíz del impacto chino vendrán múltiples repercusiones que se sentirán como ondas de choque en todo el mundo: alza de precios de la energía y de los bienes primarios.

Con la China como líder de costos, los fabricantes extranjeros tendrán que igualar o mejorar el “piso de precios” chino, que se sustenta no sólo en mano de obra barata y en subsidios sino también en el uso masivo de la falsificación y la piratería. Esto deja pocas opciones a los manufactureros de los países industrializados. La primera es obtener de un productor chino una buena parte de los componentes y subconjuntos que necesitan, para bajar así el costo del producto terminado al punto que les permita seguir compitiendo. Esta tendencia ya es claramente visible en la industria automovilística estadounidense. La segunda opción es trasladar sus operaciones a la China, para rebajar más aún los costos y obtener entrada al mercado Chino. Una tercera opción es encontrar otra base de producción, como la India o México, aunque rara vez ofrecen la combinación de ventajas de una base china. Una cuarta opción es automatizar o mejorar la productividad de cualquiera otra manera.

Los empleados en industrias de uso intensivo de mano de obra son los más duramente golpeados por la competencia china. Los fabricantes estadounidenses en telas, ropa, etc. estaban protegidos por acuerdos internacionales de cuotas y otros aranceles, pero éstos se están viniendo abajo. El impacto de la China en los empleos no se limitará a las industrias de uso intensivo de mano de obra.

Un paraíso para el consumidor. Muchas de las líneas de productos, como las de los relojes de pulsera y las bicicletas, experimentaron una baja de precios sin precedentes. La liberación de artículos antes protegidos por patentes llevó al mercado a consumidores que antes no tenían con qué comprarlos.

Podría venir una inversión en la tendencia a la desafiliación de los sindicatos obreros. E inclusive llegar a la afiliación sindical de trabajadores muy calificados. Podría también venir una presión al proteccionismo, lo cual sería un grave error

Se está creando un nuevo orden geopolítico. Por ejemplo, viendo a qué extremos llegaron los Estados Unidos y Europa por asegurar sus reservas petrolíferas, ¿por qué no habría de seguir ese mismo camino la China, hambrienta como está de energía?

La cuestión más inmediata para las compañías y los individuos no es cómo detener la marea de las importaciones chinas sino cómo permanecer competitivos.

La larga historia China arroja luz sobre su actual manejo de los negocios, la ciencia y la economía. Entender ese pasado es vital sobre lo que vemos hoy. Tres períodos se destacan:

El período imperial que duró más de dos milenios
El período de humillación extranjera, en los siglos XIX y XX
Las tres primeras décadas del régimen comunista, desde 1949 hasta el lanzamiento de las reformas de fines de 1978

El confusionismo durante largos períodos fue probablemente la civilización más adelantada del mundo. El confusionismo llegó a ser la ortodoxia oficial, que se dividió en diversas escuelas de pensamiento. Así surgió una rica mezcla que facultó a los gobernantes para afianzar sus actos sobre las bases que mejor les cuadraran. A pesar de varias décadas de régimen comunista, han sobrevivido hasta la era moderna elementos confucianos, tales como la disciplina, la estabilidad, la devoción por los altos estudios y el prestigio del servicio al Estado. La dinastía Qin prescribía un sistema de reglas y obligaciones codificadas e impuestas rígidamente. La familia fue entonces la unidad y el mecanismo de control, estableciendo así un sistema de mutuas responsabilidades. Entre esos principios estaba el primer sistema mundial de exámenes con base en el mérito. Este sistema abría a los solicitantes bien calificados las puertas de casi todos los rangos sociales y les permitía obtener posiciones de poder y enorme prestigio dentro de una burocracia profesional, gracias a esta, el gobernante podía mantener el control. El funcionario más importante era el magistrado distrital, quien era un generalista en distintos campos, a quien ayudaba un grupo de especialistas profesionales de las finanzas, las obras públicas y demás.

La China bajo el comunismo. El primer período, de 1949 a 1955-56, fue de reconstrucción y transición. El segundo período, de 1955-56 a 1958-59 fue una réplica del rígido modelo soviético, acompañado por la importación de tecnología e ideas soviéticas y apoyado por la educación en Rusia de muchos chinos. El tercer período fue el del Gran Salto Adelante, de 1958 a 1960, que posteriormente los chinos llamaron el Gran Salto Atrás. Fue una desastrosa aplicación de la ideología maoísta, en la cual la producción se desalojó hacia los campos. Otro desastre fue la Revolución Cultural de 1966, cuando Mao lanzó a sus Guardias Rojos contra los intelectuales y los funcionarios más antiguos y disolvió el sistema educativo y gran parte de la economía organizada. La campaña duró hasta 1968, pero sus consecuencias perduraron hasta 1975 y siguieron afligiendo a la China durante varias décadas. Oficialmente la China emprendió el camino de la reforma en octubre de 1978.

La China de hoy, en un sentido cultural, económico y geopolítico comprende a la República Popular como núcleo y centro de una China Mayor en la cual se incluyen a Hong Kong, que desde 1997 es una Región Administrativa Especial y Taiwán, vista como una provincia rebelde que debe volver a unirse con el continente bajo un acuerdo de “un país, dos sistemas”. La China también mantiene una relación especial con Singapur. Las economías de Hong Kong y de Taiwán están bien integradas con la de China continental. El concepto de China Mayor encaja bien con la visión política de una futura potencia mundial que al cabo reemplazará a la Unión Soviética como contrapeso al poderío estadounidense.

Con una continua desregularización, el Estado chino y su aparato burocrático seguirán ejerciendo un poder inmenso para guiar el movimiento económico.

La china se ve a sí misma como una potencia económica emergente y está resuelta a superar cualquier obstáculo que se oponga a esa meta, ya sea reformando su sistema financiero o acelerando la privatización del sector oficial. Apenas en los años 90 se dictó una ley de quiebras y apenas en 2003 el liderazgo resolvió otorgar a las empresas del sector privado los mismos derechos de los cuales gozan las del sector oficial. Pronto la China estará preparada para pasar a la siguiente etapa, de la contratación externa al desarrollo y diseño y luego a la producción con marcas registradas. Mientras tanto, el sector de servicios sigue subdesarrollado. Estando además en su infancia, la red protectora de la seguridad social y la sólida red financiera y de seguros que son vitales para su futuro desarrollo.

La China tiene un territorio enorme sin explotar, con una inmensa oferta de trabajadores, lo cual le permitirá subir en la escala tecnológica sin sacrificar su actual ventaja de costos. De esta manera, China se servirá de su dominación en la producción de uso intensivo de mano de obra para hacer avanzar las industrias del futuro. Además de tener a Hong Kong y Taiwán (y en menor grado a Singapur) como proveedores de capital y catalizadores de conocimientos. La China tiene la ventaja de contar con inversiones extranjeras, que el Japón rechazó por temor a la dominación foránea.

Con la quiebra de la bolsa de valores de Tokio a fines de los 80, las firmas japonesas se vieron obligadas a cancelar sus deudas bancarias y a liquidar los activos que tenían en los Estados Unidos, a veces a precio de ganga.

Hong Kong. Durante un siglo y medio fue una colonia británica y sirvió de puerta de entrada a la China. En las décadas de 1960 y 1970, fue un próspero centro manufacturero que producía bienes de bajo costo. Las empresas de Hong Kong aprovecharon su vecindad y trasladaron algunas operaciones de manufactura a la China continental. Ha mostrado importantes cualidades, entre ellas la experiencia de ascender en la escala tecnológica por medio de la educación superior, el traslado de la producción a localidades de menos costos, un vigoroso espíritu empresarial y la capacidad de desarrollar y manejar negocios pequeños lo mismo que conglomerados globales muy grandes. Ha demostrado igualmente que con grandes reservas y firme perseverancia es posible defender un tipo de cambio controlado.

Taiwán. Empezó a entrar en la economía global como productora de bajos costos. Poco a poco desarrolló habilidades tecnológicas, ej. los computadores portátiles. Otro factor que le ayudó, lo mismo que a Hong Kong y Singapur, fue que sus exportaciones eran principalmente de insumos intermedios para incorporarlos en bienes terminados y se vendían con otras marcas de fábrica. En cambio las exportaciones japonesas eran más que todo de productos finales.

Singapur. Se parece a Hong Kong por su pequeño tamaño, su mercado relativamente libre y su posición como zona franca. Es un centro manufacturero de alta tecnología y se esfuerza como Hong Kong por atraer proveedores de servicios y por fortalecer su posición como sede regional de muchas empresas multinacionales. Su población es china en casi un 80%. Es una democracia, con un liderazgo patriarcal, mucha socialización, énfasis puesto en la disciplina y supervisión realizada por una burocracia competente, prestigiosa y muy bien remunerada.

Corea del Sur. El único miembro no chino de los tigres. Pasó de ser una economía agraria a ser un gran centro industrial, al mismo tiempo que mantiene grandes gastos para la defensa nacional. La modernización la encabezaron los conglomerados de propiedad familiar que con generosa ayuda del gobierno crecieron hasta adquirir enorme tamaño. Ej. LG y Samsung. La China tomó nota del impulso que recibieron las exportaciones coreanas de la devaluación del won durante la crisis asiática, y eso se recuerda como otra razón para resistirse a las demandas de valorizar el yuan.

La crisis asiática. No solo fue una “crisis financiera” fue también una falla institucional y administrativa que puso al descubierto debilidades tales como el nepotismo, la corrupción, la falta de transparencia y la debilidad en la dirección. En toda la región fue preciso cambiar de sistemas.

La China y la India. La India ha tropezado una y otra vez, justo cuando parecía que al fin estaba tomando en serio la reforma y el abandono de asfixiantes reglamentos oficiales y del proteccionismo. Más recientemente ha vuelto a figurar con relatos de reestructuración económica. Sus éxitos, especialmente en materia de software, le han ganado visibilidad y hasta una predicción de que alcanzará a la China e incluso la dejará atrás.

Por ironía, es la China comunista y no la India democrática la que más adelante va en la lucha por liberar su economía de la rigidez propia de la planificación y el enredo de los reglamentos. Varias ventajas de la India: ha sido una democracia desde hace 50 años, el inglés como idioma oficial del país, que hasta ahora ha ayudado a la India en áreas como los call centers y el software, y su sistema jurídico y financiero sofisticado y relativamente independiente, lo mismo que una administración más transparente. Y finalmente, la India desarrolló una clase media antes que la China, lo cual es un beneficio en cuanto a potencial de mercado y destrezas profesionales. Sin embargo, en esa materia la China se está poniendo rápidamente al día.

La India tendrá también que desregular su economía y mejorar su infraestructura, áreas en las cuales la China ya ha realizado grandes progresos. Aun cuando la India tiene una próspera comunidad en ultramar, esta carece de capital y de voluntad para invertir en grande en el país. La India no tiene un Taiwán ni un Hong Kong que le sirva de modelo.

Continuando con la China. A la inversión extranjera se le asignó una función clave en la transferencia de tecnología, y una de las primeras cosas que hizo el liderazgo reformista fue dictar una ley sobre operaciones conjuntas que concedía prioridad a la inversión para actividades de uso intensivo de tecnología y exigir incluir en ellas un socio chino. Gracias al atractivo de su gran mercado doméstico, pudo obtener tecnología en una escala sin precedentes en ningún otro país en vías de desarrollo, culminando en la fundación de centros de investigación y desarrollo. A fin de acelerar el traspaso de tecnología extranjera, se ofrecieron incentivos y privilegios especiales a la inversión en proyectos de uso intensivo de tecnología.

Un funcionario chino dijo que el problema de su país era el “material humano”, lo que quería decir era que sin actualizar la base de recursos humanos, era inútil, o por lo menos de escaso valor, invertir en nuevos equipos o modernizar los procesos. Para mejorar su “material humano”, la China emplea dos estrategias: una reforma fundamental del sistema educativo y un gran esfuerzo por atraer a la patria a los muchos científicos e ingenieros que salieron del país en busca de oportunidades de educación en los países industrializados. Se busca además preparar estudiantes chinos para la economía global, estimulándolos para que estudien en el exterior, sobre todo en ciencias y en ingeniería. Finalmente, las más importantes universidades e instituciones de investigación de la China, que el gobierno designa como las 100 mejores, se han beneficiado con la ayuda de muchas multinacionales. Solo en los Estados Unidos, en el año 2002 – 2003, había 65.000 estudiantes chinos y otros 36.000 de Taiwán y Hong Kong. De Singapur, 160.000 estudiantes salieron al exterior en 2002.

Falsificaciones. En 1998, se calculaba que la venta de productos pirateados o falsificados ascendía a 16.000 millones de dólares al año; posteriores informes elevaban esta cifra a 24.000 millones de dólares. Más de la mitad de las motocicletas que se venden en la China son imitaciones de marcas japonesas como Honda y Yamaha. Lo mismo se puede decir de otros productos como cuchillas de afeitar, teléfonos celulares, gomas de mascar, champú, discos DVD y programación para Windows XP. Productos relacionados con la seguridad, como los repuestos para automóvil y los medicamentos, también se falsifican. La autoridad central no está dispuesta a proceder contra una industria que emplea a millones de personas. Otra práctica corrupta que sostiene la producción y flujo de bienes falsos es el contrabando. Según algunos cálculos los artículos falsos representan cerca del 7% del comercio global. China se niega a detener la exportación de bienes falsificados aun cuando se le presenten pruebas evidentes.

La edición europea de Time trae un ejemplo: un narcotraficante que paga 47.000 dólares por un kilo de cocaína y lo vende en las calles por 94.000. o sea con un 100% de utilidad. Como alternativa, puede comprar 1.500 ejemplares pirateados del programa de Microsoft Office 2000 y echarse al bolsillo 900% de utilidad.

El surgimiento chino. En los Estados Unidos, la China es la líder en las categorías de calzado, juguetes y muebles de madera y con la expiración del acuerdo sobre multifibras y el ingreso de la China a la Organización Mundial del Comercio, se prepara para apoderarse de los tejidos y la ropa. Cuando se eliminaron las cuotas de maletas de viaje de fibras artificiales, el precio unitario cayó a la mitad y la participación de la China aumentó cinco veces. En el mismo período, las importaciones de maletas hechas en México a los Estados Unidos cayeron a la mitad y obligaron al cierre de varias fábricas. China aumentará su participación en el mercado global de ropa su actual 17% al 45% en la segunda mitad de la década.

México pierde terreno. Este país gozó de una doble ventaja sobre sus competidores del tercer mundo: Proximidad geográfica y acceso libre de aranceles generado por el NAFTA. El valor de la vecindad se ha ido erosionando paulatinamente. México sigue siendo competitivo en automovilística y en equipos de cómputo, pero pierde terreno en equipos telefónicos, aparatos electrodomésticos y conjuntos eléctricos, como transformadores. En textiles y ropa, que representan el 6% de las exportaciones mexicanas, el impacto ha sido devastador. La participación en el mercado estadounidense de sostenes femeninos hechos en México bajó del 47% en 2001 al 6% en 2004, mientras que la de la China subió del 5 al 67%. De las 1.122 maquiladoras de ropa que había en enero de 2001 en México, ya se han cerrado 325. Cofose, una organización mexicana que promueve el comercio exterior, organizó un viaje a la China. Los visitantes encontraron que la China era superior en todo: que tenía una visión nacional más fuerte, buena planeación a largo plazo, un clima de inversión más favorable (reglamentos claros, incentivos de impuestos, orden y seguridad), trabajadores más baratos y más productivos, y un costo más bajo de materias primas

La mayor parte de los miembros de la Asociación de Países del Sudeste de Asia tiene superávit de comercio con la China, a la cual le venden todo. Los países de América Latina, del subcontinente indio, de Europa oriental y de las antiguas repúblicas soviéticas, del África, el Oriente Medio y el Asia Central están apeteciendo grandes cantidades de productos chinos.

Volkswagen ya ha empezado a exportar sus vehículos hechos en la China. Honda ha construido la primera fábrica únicamente para exportación. Es lógico esperar que los fabricantes de los Estados Unidos y Europa serán afectados.

Una manera de hacer frente al reto de la China es una alianza entre un fabricante de un país desarrollado, que posee tecnología, los procesos necesarios y el mercado, y un productor de un tercer país que cuenta con una base más baja de costos.

6.4 millones de empleos estadounidenses se los llevó la competencia extranjera entre 1970 y 1990, o sea una tercera parte de los 17 millones de oficios en manufactura.

Los costos no son sólo los de mano de obra, estos apenas representan un 10%, ni el único criterio para tomar una decisión cuando se trata de hacer una inversión; también son importantes el ambiente de impuestos y los reglamentos, la proximidad a los clientes y la disponibilidad de experiencia. En general, las compañías estudian tres factores: las condiciones del lugar de destino (como los incentivos para la inversión y el régimen tributario); las condiciones del punto de partida (como los costos unitarios); y los costos de cerrar la producción en el punto de origen.

Pago por hora de manufacturación, 2002: USA $ 21,33, Europa 20,18, Japón 18,83, Corea 9,16, Singapur 7,27, Taiwán 5,41, Brasil 2,57, México 2,35, China 0,69.

La ventaja en materia de costos laborales en la China se aplica también a los empleos relacionados con tecnología. En 2002, el sueldo de un ingeniero chino era por término medio de sólo 8,135 dólares, ocho veces menos que el nivel general en los Estados Unidos.

Mientras que el Japón y Corea abandonaron gradualmente los sectores de artículos baratos para captar los márgenes altos, la China ha empezado a pasar al extremo superior sin abandonar el extremo inferior. La amplitud de la oferta es especialmente atractiva para los grandes importadores y minoristas de los Estados Unidos, que buscan un mismo abastecedor para satisfacer diversas y cambiantes necesidades. Además de ofrecer mayor diversidad de productos, la China ha penetrado con mayor rapidez que los países que la precedieron en los mercados globales. Empezó por aprovechar una inversión extranjera mucho mayor y confió en las exportaciones de las multinacionales con avanzada tecnología, marcas registradas bien conocidas, canales de distribución ya establecidos y conocimiento íntimo de los mercados globales. Los productores chinos evitaron la costosa necesidad de crear identidad de marcas de fábrica, redes de distribución y de servicio, vendiendo en cambio bajo el nombre de otro. Las casas de descuento como Wal-Mart, Target, Best Buy y Circuit City compiten por precio y están dispuestas a vender en sus tiendas marcas relativamente desconocidas. Tendencias parecidas se observan en el Japón, donde las casas de descuento como las “tiendas de 100 yenes” se cuentas entre las más entusiastas importadoras de mercancía china. Europa, cuyo mercado minorista sigue bastante fragmentado, está un poco atrasada, pero eso también está cambiando. El atractivo de las tradicionales marcas de fábrica ha disminuido.

Wal-Mart, que es la mayor minorista del mundo, importa más del 10% de los productos chinos que entran a los Estados Unidos. En 2002 compró bienes chinos por valor de 12.000 millones de dólares.

Vale la pena mirar una muestra de EU, en puntaje sobre la calidad de la manufactura China en relación con otros países en competencia: Japón 13.46, Alemania 13.14, Estados Unidos 12.87, Malasia 8.74, China 8.40, México 8.19, Brasil 8.06.

La demanda china está presionando hacia arriba los precios del cobre, el titanio, el níquel, el caucho, el mineral de hierro, el acero, el carbón y el petróleo, y hasta el cartón. Así como la inversión pasó de la agricultura a la manufactura, una buena porción del capital y de los recursos humanos se desplazarán en China al sector de servicios.

Los avances estadounidenses en maquinaria agrícola, fueron posibles, entre otras cosas, porque el país siguió siendo un gran productor de frutos de la tierra, con importantes incrementos en productividad. Esto creó una demanda y ofreció un campo de ensayo para nuevos inventos, muchos de los cuales se aprovecharon de la industria fabril. El sector manufacturero desempeña el papel de motor de la innovación y realiza el 62% de la investigación y el desarrollo. ¿Puede repetirse esa proeza en el futuro agrícola cuando ya no se cuenta con industrias de apoyo?

Proyección optimista. Se pide insistentemente una modificación gradual del tipo de cambio y hay indicios de que el gobierno analiza esta medida para evitar una eventual inflación monetaria. Vendrán al mismo tiempo otras medidas para abrir el mercado chino y para abandonar paulatinamente los subsidios; también habrá que hacer un esfuerzo serio en comprar lo estadounidense, a fin de lograr que el déficit disminuya y aliviar las presiones inflacionarias.

Proyección pesimista. Se habla de una crisis entre los Estados Unidos y la China, que culminaría en un choque con consecuencias económicas, políticas y de seguridad nacional. Presionados por la pérdida de empleos, el gobierno y el Congreso de los Estados Unidos podrían adoptar medidas proteccionistas, arancelarias u otras, e ir más allá de las cuotas aprobadas por la OMC. Los sindicatos obreros americanos continuarán atacando la violación de los derechos humanos y a la vez, China continuará defendiendo su industria. No es probable que el Asia, ni Europa respalden ninguna posición agresiva contra China. La opinión pública mundial tampoco ayudaría. Muchos seguirán viendo a Estados Unidos como el negociante desleal. Sintiéndose cada vez más aislados, los Estados Unidos sintonizarían opiniones locales más bien que las internacionales. La China podría llegar a inundar los mercados con sus inmensas reservas de dólares y producir una crisis de esta moneda y una crisis financiera global. Esas reservas llegaban a finales del año pasado a US$ 1 billón de dólares y ahora se han incrementado en cerca del 30%. Tal composición de lugar es posible, pero no probable.

Una baja en la tasa de crecimiento de la China la lanzaría a una crisis de empleo. Por otra parte, la desigualdad entre el litoral y el interior del país y entre los ricos y pobres está aumentando día a día, lo cual podría aumentar el resentimiento y erosionar más aun la frágil legitimidad del régimen comunista. En tal ambiente, una fuerte y súbita valorización de la moneda podría causar intranquilidad social e iniciar una violenta reacción. Una caída en la demanda interna haría que la China arroje su inmensa capacidad a los mercados mundiales, y dado el exceso mundial de capacidad en muchas industrias, el impacto sería devastador. Los competidores extranjeros se verían obligados a vender con pérdida, los gobiernos fijarían aranceles de emergencia y los exportadores verían menos mercados abiertos. El resultado final sería una depresión mundial.

Una consecuencia crucial del actual auge de la China será la crisis de algunas economías en vías de desarrollo que encuentran difícil competir con ella en exportaciones y en atraer inversión. Países que viven de industrias de uso intensivo de mano de obra, sobre todo la de ropa, serán duramente golpeados. Un punto crucial, es mientras la China desregulariza su economía, en Latinoamérica poca importancia se le presta a este factor. Las naciones latinoamericanas, encabezadas por México, ven evaporarse algunos de los beneficios del NAFTA por los cuales tanto se luchó, y a no dudar ejercerán presión sobre los Estados Unidos para que limiten las importaciones de la China. Si México y sus vecinos del sur siguen perdiendo empleos fabriles, aumentará la inmigración ilegal a los Estados Unidos, pero los inmigrantes encontrarán esta vez menos oportunidades.


Francisco Mejía Vélez
Agosto de 2007

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenas noches, me parace una exelente investigacion, simplemente espectacular.